Greensleeves, de la corte inglesa a John Coltrane

“La dama de las mangas verdes” es una canción folklórica. Y, como todo folklore, es tanto aquello que viene de la tradición –o de varias tradiciones– como lo que se la ha ido agregando. Lo poco que se sabe de ella es que es inglesa, que las primeras fuentes en las que aparece son de fines del siglo XVI y que está concebida sobre un bajo (es decir una secuencia de acordes) muy común en Italia pero oriundo de España, la romanesca. Y eso ya descarta una de las leyendas, que la canción la compuso Enrique VIII para Anne Boleyn y que la frase «cast me off discourteously” se refería al rechazo de la futura reina (y futura ex reina). El bajo de la romanesca no llegó a Inglaterra hasta bastante después de la muerte de Enrique VIII y, mucho más probablemente, la canción hoy conocida como “Greensleeves” formó parte del repertorio del palacio de Isabel I y, tal vez, de las compañías de teatro callejeras y de lo que los parroquianos tocaban y cantaban mientras esperaban su turno en las barberías, de cuyas paredes era usual que colgaran laúdes provistos para tal fin.
La pieza sobrevivió de muchas maneras, entre ellas con otra letra, «Old England Grown New», como emblema de un regimiento de la Guardia Real y como canción navideña, con otro texto y otro título, “What Child is This?”, lo que no contradice la hipótesis más aceptada que es que la dama de las mangas verdes era una prostituta y que la mención del verde era una forma elegante de decir que se había estado revolcando entre la hierba. Pero su destino más frecuente fue como base para sucesivas variaciones cada vez más virtuosas, una técnica que consiste en utilizar cada vez notas más breves –y por lo tanto un fraseo cada vez más ágil– que en el Renacimiento llamaban “disminución” y que ha sido central en el jazz desde sus orígenes. Esa estructura de la secuencia de acordes repetida –aquella vieja romanesca– fue, en ese sentido, lo que hizo a la canción tan atractiva para los maestros laudistas del 1600, para quienes improvisaban en la flauta de pico –con variaciones que alguien se dedicaba a anotar– y, mucho tiempo después, para una larga lista que incluye al organista Jimmy Smith, al notable (y casi olvidado) trompetista Joe Wilder, al guitarrista Kenny Burrell, al pianista Oscar Peterson y a saxofonistas tan distintos entre sí como solo podían serlo el siempre perfecto Paul Desmond, que la grabó junto al guitarrista Jim Hall y, en vivo, como invitado del Modern Jazz Quartet y John Coltrane, siempre al borde del abismo. El compositor inglés Ralph Vaughan Williams, también recopilador de canciones folklóricas, utilizó la canción como parte de una escena del acto 3 de su ópera Sir John in Love, cuyo personaje principal es Falstaff, y luego realizó un arreglo para piano a cuatro manos y autorizó la que tal vez sea la versión más conocida de la obra, una transcripción para arpa y orquesta de cuerdas realizada en 1934 por Ralph Greaves.
Incidentalmente, la dama de las mangas verdes, ya idealizada y convertida en el mejor símbolo posible de lo antiguo y de lo inglés, fue pintada por Dante Gabriel Rosetti, uno de los fundadores de la hermandad prerrafaelita, en 1863.

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