«Soy tan viejo que conocí a Doris Day antes de que fuera virgen». La frase, como no podría ser de otro modo, pertenece a Groucho Marx. Es difícil precisar cuándo empezó a ser virgen pero, ya a los 12 años, Doris Mary Ann Kappelhoff, nacida en Cincinnati en 1922, ganó un concurso de baile y un contrato para irse a Hollywood. A los 19, un accidente en auto y una lesión la llevó a cambiar su foco de atención del baile al canto y la actuación. Protagonizó su primer film, Romance on the High Seas, en 1946 y dirigida por Michael Curtiz, el mismo de Casablanca. Sus papeles inocentes, que siguió interpretando hasta mucho después de que la inocencia pasara de moda –rechazó, por ejemplo, el papel de Mrs Robinson para El graduado– hicieron olvidar –o directamente mantuvieron en secreto, para muchos– que se trató de una de las grandes cantantes de su época. Y, en particular, hay un disco que no debería pasar desapercibido, Duet (que en realidad es un cuarteto), registrado en dos sesiones, el 30 de noviembre y el 16 de diciembre de 1961, junto con el trío del pianista André Previn (que integraban con él el contrabajista Red Mitchell y el baterista Frank Capp). Previn, nacido en Berlín como Andreas Ludwig Priwin, es otro caso donde algunos de sus grandes talentos acabaron escondiendo otros. Es difícil imaginar en una misma persona al director de la Filarmónica de Londres que grabó una de las más destacadas versiones existentes de las sinfonías de Shostakovich, al autor de una de las mejores piezas jamás escritas para un film musical, Ring Around de Rosy, para el episodio central de Invitación a la danza, de Gene Kelly, y al notable pianista de jazz. Para este disco fue Doris Day quien eligió el repertorio. Si sólo hiciera falta un momento para justificarlo todo, bastaría con la interpretación de «My One and Only Love».