Denis Martin, el espía creado por Robin Wood para la revista D’Artagnan, escuchaba, solo en una habitación, la Sonata Nº 29 Op. 106 «Hammerklavier» de Ludwig Van Beethoven. El comisario Fabel –uno de los dos detectives, el políticamente correcto, de Craig Russell– viaja en auto y escucha E.S.T, el notable trío del malogrado pianista Esbjörn Svensson (murió haciendo buceo en un lago sueco). Charlie Parker, el detective (o ángel caído) de John Connolly, más allá de su nombre, no tiene ninguna afinidad con el jazz y elige, en cambio, el country. Harry Hole suele elegir más o menos la misma música que presumiblemente le interesa a quien le dio vida, Jo Nesbø, que integró alguna vez la banda Di Derre: pop y post punk. Y Harry (Hyeronimus es su nombre pero casi ni se anima a decirlo) Bosch comparte fanatismos con su creador, Michael Connelly. Sobre todo el saxofonista Frank Morgan (foto), sobre quien produjo el documental Sound of Redemption, y de quien escucha, una y otra vez, el hermosísimo tema «Lullaby», en dúo con el pianista George Cables. En sus últimas novelas la galería se amplía a la juvenil saxofonista Grace Kelly (nacida Chung), a quien ha decidido darle una mano, y al veterano saxofonista Houston Person –sus dúos con el contrabajista Ron Carter son extraordinarios–. En la novela The Crossing Bosch, mientras trabaja por primera vez para la defensa en lugar de la fiscalía, se toma su tiempo, además, para escuchar una pequeña maravilla que no suele figurar en las listas obvias: «Naima», de Coltrane, por el saxofonista John Handy junto con Bobby Hutcherson en vibráfono y Pat Martino en guitarra eléctrica, Albert Stinson en contrabajo y Doug Sides en batería.
Heredia el detective del escrito chileno Ramón Díaz Eterovich, escucha a Miles Davis, Goyeneche, Mahler y Chet Baker. Y Pepe Carvalho escucha tangos antiguos.