Un extraño mal se extendió entre las mujeres en Taranto, en la zona de Puglia, a fines del siglo XIV. Se manifestaba, primero, con síntomas de ausencia y falta de concentración y, luego, con conductas obscenas que llevaban a las enfermas a mimar actos sexuales en lugares públicos e, incluso, a orinar en los altares. El mal se lo endilgaron a la araña del lugar, la Lycosa Tarentula, más conocida como tarantella o taranta. En efecto, las jóvenes campesinas llegaban de la cosecha, donde aparentemente eran atacadas por los malignos arácnidos, y comenzaban a tener convulsiones. Y había un único remedio conocido: no bien aparecían los signos de tarantismo, los suonatori de tamburello, violín, organetto, chuitarra battente y scaccia pensieri (la versión napolitana del arpa de boca) iban a la habitación de la atarantada y de allí a la plaza principal para que la víctima bailara frenéticamente hasta quedar exhausta. Sólo agotándose en la danza, que duraba horas, se agotaba a la araña con cuyo destino había quedado unido el espíritu envenenado.
Del intento de cristianizar el rito, al que la conducta de las enfermas ayudó poco, quedaron dos cosas: la misa de exorcismo que se lleva a cabo todos los 29 de junio en la iglesia de San Paolo de Galatina y el hecho de que en ese templo San Pablo, asociado al asunto desde que él mismo había sufrido alguna vez una mordedura de algún animal venenoso, pasó de ser el santo de los envenenados a ser considerado santo de la sensualidad. Había distintas clases de tarantismo, según las mujeres hubieran sido picadas por la “taranta libertina”, la “taranta triste y muda”, la “taranta tempestosa” o la “taranta de agua”. Pero en todos los casos se bailaba la tarantella. “Addó t’ha pizzicata la tarantella/ sott’a la putarra di la vunnella/ ca se vasa nu cardilli e na palomma./ Te preu San Paolo falla guariri/ ca l’avea pizzicata la tarantella”, canta, en riguroso dialecto del Rimorso, Pino de Vittorio. “Dónde te ha picado la tarántula, ¿bajo el doblez de tu vestido?, un cardenal besa una paloma. Te pido San Pablo, hazla sanar, que la ha picado la tarántula”, se oye en el comienzo de “Pizzica taranta”, una de las piezas del notable Tarantelle del Rimorso publicado por De Vittorio, en canto, guitarra y chitarra battente junto con un grupo de especialistas que incluye a Marcello Vitale (también en las dos clases de guitarra), Leonardo Massa en cello barroco, colascione (una clase de laúd típico del sur de Italia) y guitarra y Gabriele Miracle en tamburello, tambor bajo, castañuelas y otros instrumentos de percusión.
Di Vittorio, que también ha actuado junto con el grupo de música barroca Capella de’ Turchini, que dirige Antonio Florio, se entronca con el trabajo pionero de la Compagnia di Canto Popolare, que comenzó sus actividades a fines de la década de 1960 y llevó adelante uno de los primeros intentos de sacar la tarantella y la canzonetta napolitana de la estilización edulcorada y del mundo de los tenores. Un camino que hoy continúa Canzoniere grecanico salentino, con repertorio tradicional y también composiciones propias que allí abrevan.
muy bueno! soy medio fan de las pizzicas, dan ganas de bailar hasta desmayarse aunque no te pique ningún bicho. En el Salento se hace todos los años un festival gratuito, La notte de la taranta, que convoca varios miles de personas. Cada año se convoca a un director y músicos distintos.