Nina

El 21 de febrero pasado se cumplieron 90 años de su nacimiento y el 21 de abril veinte de su muerte. Eunice Kathleen Waymon estudió piano en la Julliard –una rareza para una mujer afronorteamericana en la década de 1950– y sus primeros trabajos fueron como pianista acompañante, en el ámbito de la música clásica, y como profesora de ese instrumento. Hasta que le ofrecieron tocar el piano en un club nocturno en Atlantic City y a alguien se le ocurrió pedirle que también cantara. Allí comenzó su segunda vida –una vida que, en realidad incluyó muchas otras– con el nombre de Nina Simone. Fue una gran cantante de jazz, una artista del soul, del blues y del pop. Su carrera tiene puntos altísimos entre los que se destacan sus primeros discos: Little Girl Blue, de 1958, The Amazing, de 1959, con una versión extraordinaria de «Willow Weeps for Me» –la bellísima canción de Ann Ronell compuesta en 1932–; dos grabaciones en vivo editadas ese año y el siguiente, At Town Hall y At Newport, todos ellos para el sello Bethlehem, y el fundante Forbidden Fruit (1961) en el sello Colpix. Mucho de lo que grabó para Philips en los sesenta y algo de lo posterior, para RCA, e incluso el errático Baltimore, para CTI, no le va en zaga. A veces manierista y exagerada, casi siempre conmovedora, Nina Simone fue además una activa luchadora por los derechos civiles de la población afro descendiente de los Estados Unidos. Sus interpretaciones –verdaderas relecturas– del tradicional «Missisippi Goddam» –que cierra su primer disco para Philips, grabado en vivo en el Carnegie Hall en 1964–, y de «Ne me quitte pas», de Jacques Brel, y «I Put a Spell on You» (ni más ni menos que la fuente de la melodía de «Michelle», de The Beatles), ambas incluidas en I Put a Spell on You, publicado en 1965, son inolvidables.

Y aquí va un pequeño bonus-track. Una cantante de voz excepcional, Kareen Guiock-Thuram –que es además periodista y condujo en Francia un programa televisivo, Le 12:45, durante diez años–, con un acompañamiento perfecto, rinde tributo a Nina Simone. Y el resultado excede ampliamente la mera repetición.

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