Era la voz que cantaba en la banda de sonido de Midnight Cowboy, un film dirigido por John Schlesinger en 1969, con Jon Voight y Dustin Hoffman como protagonistas. La canción, «Everybody’s Talking», la había compuesto y grabado Fred Neil en 1965 pero la versión de Midnight Cowboy, la de Harry Nilsson, se convirtió en un hit (sexto en la lista de los Hot 100 de Bilboard) y ganó un Grammy.
En la década siguiente participó en varios proyectos con John Lennon y con Ringo Starr, de quienes fue muy amigo. Cantó en «Old Dirt Road», en el disco Walls and Bridges, de Lennon, y éste le produjo su álbum Pussy Cats, donde también toca Starr. Y coprotagonizó con el baterista el film Son of Dracula. Antes, en 1970, había convertido en un éxito «Without You», una canción de Badfinger, el grupo protegido de Paul McCartney.
Y en 1967, en Pandemonium Shadow Show, el segundo disco de su carrera –y primero para RCA– había incluido dos canciones de The Beatles: «You Can’t Do That» (lado B del single «Can’t Buy Me Love», publicado a comienzos de 1964) y la entonces reciente «She’s Leaving Home» (Sgt. Pepper se editó en junio y Pandemonium comenzó a grabarse en julio).
Como escribió alguna vez Federico Monjeau acerca de la versión de Salgán del tango «Recuerdo», de Pugliese, podría decirse que la versión de Nilsson encapsula a la de los Beatles. Que la incluye dentro y la homenajea. El arreglo, hasta la última estrofa, es prácticamente el mismo. Reemplaza el arpa por un clave y las cuerdas por un grupo de bronces; las voces, en el estribillo, cantan lo mismo que los Beatles. En la última estrofa el corno hace un contracanto nuevo y la percusión (¿una máquina de escribir? ¿la carta que ella escribe desde algún lugar?) toma el ritmo sincopado que, en Sgt Pepper, Mike Leander había escrito para las cuerdas. La cercanía en el tiempo –y la literalidad– hacen de esta relectura un caso bastante atípico. Nilsson, que había nacido en 1941–un año después que Lennon y uno antes que McCartney– murió muy joven, el 15 de enero de 1994, el mismo día en que había terminado de grabar las voces del que fue su disco póstumo, el todavía inédito Papa’s Got a Brown New Robe –aunque nada es inédito para Youtube–.
Su relación con la iconografía Beatle, en realidad, podría remontarse a 1964, cuando compuso tres canciones para el productor Phil Spector, «This Could Be The Night», grabada por The Modern Folk Quartet y «Paradise» y «Here I Sit», registradas por The Ronettes.
Pero su historia no se agota allí. Más allá de algún otro éxito resonante, como la notable canción «One» –con ese cello tan pero tan beatle, en contrapunto con el contrabajo y luego, con la entrada de la flauta–, que después interpretó el grupo Three Dog Night, la discografía de Harry Nilsson está repleta de bellísimas canciones. Y, claro, de la herencia Beatle más pura, que bien puede escucharse, también, en For the Love of Harry: Everybody Sings Nilsson, un homenaje del que participa otro de los capítulos beatle fuera de los Beatles, el gran Brian Wilson, el viejo y bueno Ringo Starr y el nunca suficientemente bien ponderado Randy Newman, Adrian Belew, la cantante LaVern Baker, Al Kooper y el grupo The Roches.