«De la mujer proviene el mal», cuentan que le dijo el emperador Teophilos, después de haberla elegido entre todas las nobles de Constantinopla como su futura esposa. No parece haber sido una manera demasiado afortunada de haberle dirigido la palabra, por más referencia al pecado original que en esa frase hubiera, y Kassia (o Kassiani, como se la llama a menudo) contestó, tan teológica como él, «de la mujer proviene el bien». El emperador no toleró la desafiante respuesta y se desdijo de la elección. Ella, entonces, fundó un convento y se dedicó a escribir himnos religiosos. Nada de eso tendría demasiada importancia si no fuera porque esos cánticos, compuestos en el Siglo IX, son los primeros creados por una mujer y conservados con su notación completa. Incidentalmente, en uno de ellos, parece haber un último verso escrito por el emperador arrepentido. El monarca la visitó en el convento y ella, temiendo faltar a sus votos, se escondió. Theophilos agregó entonces una frase a la partitura encontrada en el escritorio de la abadesa: «En el paraíso, Eva, al atardecer, oyó el ruido de sus pasos y por miedo se ocultó». Una de sus obras aún se canta los miércoles de la Semana Santa, en el rito ortodoxo, y su himno «Usando al tirano apóstata como su herramienta» fue grabado por el Kronos Quartet en un bello disco llamado Early Music. Aquí, dos versiones: la de un grupo especializado en repertorio medieval y bautizado VocaMe y la del Kronos que, además, tocó esa pieza en su concierto en el Teatro Colón de Buenos Aires, en 1997.