Escribir sobre música II

Marcelo Pisarro es un (agradecible) outsider. Y es que no viene de la crítica musical institucionalizada sino de la anropología, de la crítica a la antropología y de eso que tiende a llamarse incorrección política pero que es ni más ni menos que la libertad intelectual y la práctica virtuosa del pensamiento crítico. Y es, sobre todo, uno de los mejores escritores sobre música que existen. Lo hace desde una maravillosa distancia, que le permite a la vez el gesto del azoramiento y, llegado el caso, de la disección entendida como una de las bellas artes. En las antípodas de Música de mierda, el brulote presuntuoso de Carl Wilson (y es que aunque ese autor no lo sepa, Celine Dion no es más de mierda que Los Ramones, ni, eventualmente, lo contrario), Pasajes Sonoros, el libro de Pisarro recién publicado por AZ jamás enarbola la falta de entendimiento como una virtud. Al contrario, busca entender y busca hacer entender. Se sumerge en algo y deja al lector –y le da ganas de hacerlo– sumergirse con él. Mick Jagger, Bach, Taylor Swift o Goerges Enescu leído –mal tocado– por Charlize Theron o la música ejemplar de la Puna –y la enumeración conjunta de instrumentos que jamás sonaron juntos– inventada por un joven porteño viajando en tranvía, son universos de infinita riqueza. Y los textos de Pisarro son puertas que los abren.

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