Souvenir se publicó el año pasado pero, como dice el tango «Remembranzas», son largas las semanas. Y la novedad de una obra de arte, eventualmente, se mide con otras escalas. Eventualmente, fue en esta semana que volví a escucharlo y volví a sorprenderme. Un conjunto de composiciones inspiradísimas, una lectura (¿relectura?) extraordinaria de «Hiedra al sol», de Luis Alberto Spinetta –bello arreglo y bella voz de Agus Voltta–, una versión de «Tarde de invierno», de su maestro Manolo Juárez, y un cuarteto excelente, conformado por Guillo Espel, compositor y director musical del grupo, en guitarra, el excelente percusionista Oscar Albrieu Roca, en vibráfono, marimba y otros instrumentos, Damián Foretic en bandoneón y Pedro Carabajal en cello. A ellos se suman Coti Moroni en clarinete, Ignacio Svachka en placas, un quinteto de cuerdas y diversos invitados entre quienes están Nicolás Guerschberg en piano y Fernando Ciancio en flugelhorn –notable intervención en «Impersonation II»–. El souvenir del título –lo que recuerda a algo– es, literalmente, en el «subvenire» del latín originario y en el «sovenir» del occitano del que proviene la palabra francesa, lo que viene, lo que regresa, por debajo. Algo de eso es precisamente el centro de este disco –y de la producción reciente de Espel, si se piensa en su magnífico trabajo junto con Natacha M en el disco El mundo desde afuera–, la manera en que los sustratos –técnicas de la música contemporánea de tradición académica, la admiración por Paul McCartney y Burt Bacharach, el Chango Farías Gomez, el Waldo de los Ríos folklorista– se filtran –sub vienen– sin ostentación ni impostaciones. Espel ha logrado, en todo caso, el santo grial –casi nunca alcanzado– de los músicos que han trabajado a partir tanto de tradiciones populares como de aprendizajes eruditos: la naturalidad. Que en su música, simplemente, aparezcan las músicas que lo constituyen.
El disco de la semana: «Souvenir», del Guillo Espel Cuarteto
